Ese fin de semana Liliana mandó al nene con sus abuelos, fue a la ferretería, compró una pala, sogas y cal. Alberto ingresó a su casa el día viernes después de las 20 horas. Minutos después Lili cierra todas la puertas y ventanas. Alrededor de las nueve se escucha un fuerte grito masculino. Al día siguiente se encuentra la tierra del jardín removida y el vidrio trasero del vehículo de la familia de este modo.
Luego de dos días de alboroto e incertidumbre en el barrio, Alberto sale de su casa vestido para ir a trabajar, con un gesto distendido y feliz. A todo esto la policía se hizo presente e indagó al sujeto sobre qué había sucedido ese fin de semana en esa casa. La respuesta de Alberto fue la siguiente:
"Llegué a casa extenuado y estresado debido a la semana complicada que tuve en la oficina. Fui al médico y me recomendó una serie de actividades para combatir mi agotamiento: Sexo alocado, una cura de sueño, hacer actividades placenteras y quitarme de encima símbolos de opresión. Fue por eso que le encargué a Lili que me comprara una soga para atarme a la cama, para así realizar mi sueño sexual, el grito fue el desenlace de ello y listo quedé para la cura de sueño de 2 días. La pala era para plantar flores en el jardín, la cal para pintar los arbolitos del mismo y quité es figura que me oprimía de ese auto, porque si se entera mi verdadera esposa me mata..."